En la derecha de la pantalla está el sumario de algunas de las Sentencias de Rafael Jolie; tomadas de su mejor y reservada antología sentencialista.

¡Elige la que gustes!

Leandro nadando a través dl Helesponto

Leandro nadando a través dl Helesponto
Por Bernard Picart

domingo, 16 de mayo de 2010

Hombre

Tú, hombre de hombres, hombre viril,
hombre de Dios, o mejor, de la Ciencia;
hombre animal, animal pensador,
animal que piensa con la cabeza
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

calma el extremo que asoma en tu cuerpo,
calma esa extremidad, calma ese miembro,
no lo ocultes, no hay por qué avergonzarse,
los animales no sienten vergüenza,

- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

calma ese órgano, calma esa extensión,
calma su deseo, aplácalo, mójalo,
enfríalo con tus frías palabras,
sácalo de su guarida y congélalo
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

mantenlo helado con tu sentimiento,
el mismo y adúltero sentimiento
que regurgitaste a mi corazón
que querías casto, puro e inocente.
- ¡Tú, hombre animal cabeceador! -

Ese armonio, desenfúndalo, escúpele,
témplalo, báñale toda la punta,
humedécele la uña, toda la uña,
la uña que rasca, que rasca paredes
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

que quiere rascar, rayar mis paredes,
embadurnarlas, ungirlas con moho,
empápale tus palabras de amor,
esas palabras que llovieron frías,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

las mismas palabras que decían que me amaban,
esas níveas palabras de invierno,
con esas frías palabras que hielan,
refrigera el falo mefistofélico,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

ese falo, el mismo con el que piensas,
tranquilízalo, no sabes usarlo,
por eso apacígualo, pacifícalo,
mételo en tu boca, allí donde hiela,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

donde nievan cosas, cosas triviales,
insignificantes, insubstanciales,
en ese glacial, donde todo es gélido,
cortante, sácalo y mételo allí.
- ¡Tú, hombre animal cabeceador! -

Hombre animal, de la naturaleza,
que regido por la necesidad,
deja ese sentimiento, ese sentir,
lo que opina y profesa el corazón,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

exhúmalo e inhúmalo sino eres
capaz de usarlo y déjalo en tu boca,
sin vergüenza, tú no sientas vergüenza
si no sabes, ya nadie quiere usarlo,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

cógelo, agárralo, ponlo en tu boca,
introdúcelo, animal, allí déjalo,
paladéalo y una y otra vez,
degústalo, mastícalo, trágatelo,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

que pase por la faringe, el esófago,
que llegue al estómago y allí déjalo,
deja que fermente, que le jugo gástrico
haga lo suyo, deja que lo inunde,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

que lo ahogue, lo segregue y deshaga,
o no quieres usarlo, ¿es que no sabes
absorber ni sus nutrientes, ni sabes
emplear su real conocimiento,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

ni sabes lo que tu corazón siente?
Entonces, hombre, es mejor que ni me hables.
No hables. Calla hombre esa boca, cállatela,
no me hables, no le hables siquiera a nadie
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

si no tienes ningún conocimiento,
y si es que parafraseas lo de otros,
no digas nada entonces, no has querido
alimentarte, ni aprovechar nada;
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

de todos los animales, tú, hombre,
eres el que bebe sin tener sed,
eres el que come sin tener hambre,
y hablas sin tener nada que decir.
- ¡Tú, hombre animal cabeceador! -

Todo lo que sabes está en tu estómago,
tú te lo has tragado, animal glotón,
lleva tiempo en tu barriga, pudriéndose;
nada en el corazón ni en la cabeza;
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

piensas sin tener nada en la cabeza
y sientes sin nada en el corazón,
por eso cuando hablas no dices nada.
Rancio, putrefacto está lo que sabes,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

que es poco, una nimiedad retenida
que va por el intestino delgado,
que luego por el intestino grueso,
que indigesta porque lo has retenido,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

ese saber que jamás absorbiste,
que comiste y se pudrió en tu barriga,
ese saber extendido hasta el ano,
es toda esa porquería que expulsas,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

que cagas, defecas, toda esa mierda,
todo lo que hablas, lo hablas por detrás,
¡gas!, ¡cerdo!, ¡puerco!, ¡cochino!, ¡marrano!,
no digas nada, animal, no hables, no hables,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

tú, cuando hablas, estás hablando mierda
porque no estás pensando antes de hablar,
no juzgas, ni criticas, hablas y hablas,
¡bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla!
- ¡Tú, hombre animal cabeceador! -

Copias, pegas, ¡hey!, juzga critica,
eres un hombre animal pensador,
un animal que es capaz de pensar,
que actúa y que piensa con la cabeza,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

con el corazón, con ambos extremos,
ambas puntas, ambas extremidades,
sabes que sí, que eres inteligente,
y que eres un hombre, que eres persona,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

ni un animal, ni humano o inhumano,
no, nada de eso eres, eres persona,
es mejor ser persona que animal,
un humano es animal en potencia,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

los humanos se vuelven animales
codiciosos, lujuriosos, lascivos,
eufóricos, perezosos, glotones,
orgullosos y diabólico-ateos,
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

eres un hombre, eres persona,
no un ave que viene, caga y se va,
no, nada de eso, eres persona.
Contigo, hombre de hombres, yo soy sincera:
- ¡tú, hombre animal cabeceador! -

si no eres capaz de hacer algo así,
de hablar con la cabeza, el corazón,
de hablarme y saber que lo estás sintiendo
y siendo sincero, ¡vete a la historia!
- ¡Tú, hombre animal cabeceador! -


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La última mirada de Hero

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Por Frederic Leighton
ALGO SOBRE LAS SENTENCIAS DE RAFAEL JOLIE

Cada una de sus Sentencias lleva consigo el estigma que a Rafael Jolie le propugnó aquel ser que le visita una vez el arribo de la medianoche; en el siguiente soneto se puede apreciar su dualidad, a su símil, a él mismo:

Diálogo entre Leandro y Doranel R.J.

Después de leer a Rafael Alberti…

“Si me fuera, amante mía,
si me fuera yo,

si me fuera y no volviera,
amante mía, yo,

el aire me traería,
amante mía,
a ti”.

…¿un diálogo de amor?

D: -Ofrezco me beses, o abraces fuerte.
L: -No, es imposible siquiera atreverme,
como imposible es evitar mi muerte,
ni necesidad hay de contenerme.
D: -¿Y sabes que nunca volveré a verte?
L: -¡Qué importa, ya deja de poseerme!
D: -¡En mis quimeras quise poseerte,
qué dices! Sólo quería perderme,
y olvidar que aún dentro de ti existo.
L: -¿Dices que aún existes aquí dentro?
¡Qué torpes, sin siquiera conocernos!
D: -Cierto es. Y, así mismo, nos hemos visto,
y en cada rincón donde estoy te encuentro…
L: -Sí, es por intentar pertenecernos.

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